

Casa Pedro
Entre el azar y la intuición hay diferencias grandes aunque se lleven de maravillas. Mientras el azar divaga esperando que le presten atención, la intuición se atrinchera antes de aparecer, y cuando aparece, usa el azar escandalizando cualquier lógica.
Para producir arte verdadero con el azar y la intuición son necesarias algunas facultades en el artista, es imprescindible una mirada siempre atenta y simpre ingenua, no analítica, infantil; también se deben manipular imprevistos, poder trazar desde ellos algún camino nuevo.
Como se podrá deducir, en este modo de proceder no hay certezas.
Marcelo Swinnen trabaja de este modo. La acumulación de distintos materiales sobre la tela parece ir tomando vida propia a medida que las capas se suceden, nunca siguen una lógica aunque terminen contando una historia, más o menos encriptada, más o menos didáctica, que debe ser completada por el receptor.
Sus obras acabadas emanan un alta sensibilidad (que sería bueno no confundir con estética complaciente), pero además un manejo artesanal de las técnicas en paralelo al conociento de grandes maestros del siglo XX. Demuestran, finalmente, que su autor es un verdadero artista: es un chico, es un artesano, es un constructor, es un raro arquitecto.
Ricardo Sargiotti / Nov.2015
Entre el azar y la intuición hay diferencias grandes aunque se lleven de maravillas. Mientras el azar divaga esperando que le presten atención, la intuición se atrinchera antes de aparecer, y cuando aparece, usa el azar escandalizando cualquier lógica.
Para producir arte verdadero con el azar y la intuición son necesarias algunas facultades en el artista, es imprescindible una mirada siempre atenta y simpre ingenua, no analítica, infantil; también se deben manipular imprevistos, poder trazar desde ellos algún camino nuevo.
Como se podrá deducir, en este modo de proceder no hay certezas.
Marcelo Swinnen trabaja de este modo. La acumulación de distintos materiales sobre la tela parece ir tomando vida propia a medida que las capas se suceden, nunca siguen una lógica aunque terminen contando una historia, más o menos encriptada, más o menos didáctica, que debe ser completada por el receptor.
Sus obras acabadas emanan un alta sensibilidad (que sería bueno no confundir con estética complaciente), pero además un manejo artesanal de las técnicas en paralelo al conociento de grandes maestros del siglo XX. Demuestran, finalmente, que su autor es un verdadero artista: es un chico, es un artesano, es un constructor, es un raro arquitecto.
Ricardo Sargiotti / Nov.2015
